El
dorado: gratitud a la vida
La
leyenda recreada por el cronista español del siglo XVI hablaba del
oro americano con especial fruición.
El
designado donaría las ofrendas de oro a la laguna sagrada de las
altas montañas andinas cada año en el plenilunio cercano al
equinoccio. Aquel mismo, recubierto de oro en su cuerpo, se bañaría
una vez hubiese lanzado al agua las ofrendas enviadas por la
comunidad.
El
mismo episodio se habría repetido por años sin memoria. En ese
ritual se aseguraría la bondad de las cosechas sustentadoras de la
especie así como el retorno de la creatividad al espíritu humano.
La intención de agradecer a la inteligencia universal por el milagro
de la vida trascendía la visión del metal incorruptible como
elemento de riqueza para ser acumulado. A la fluidez del agua y su
capacidad de generar vida se habría de unir el metal, a las
profundidades de la laguna irían las piezas llenas de ingenio y
trabajo creativo, de belleza y simbología cosmogónica para fundirse
a la inagotable fuerza del corazón de la tierra. Un dádiva sin
apego para hacerse partícipes de la regeneración continua de la
abundancia.
La
expresión artística de Jorge Cavelier alrededor del tema de las
lagunas sagradas sucede en forma similar. En cuanto las obras toman
forma en el ritual creativo la persona detrás de los materiales no
existe. La intención no será diferente a la de devolver con
gratitud aquello que la vida le ha dado sin restricciones. Las
imágenes se transforman en el vehículo para llevar al espectador
los momentos de compenetración con los paisajes interiores para
inducir a la paz a través de la contemplación del bosque de niebla,
de las aguas puras, regeneradoras.
A
cerca de Jorge R. Cavelier
A
lo largo de su carrera Cavelier ha logrado su inspiración desde el
corazón de los bosques más evocadores del mundo, los bosques de
niebla de la cordillera de los Andes en Colombia, su país de origen.
Después de largos años de observación, haciéndose parte de la
naturaleza, el artista ha dejado atrás su vida de hábitos
cotidianos, para entender el significado de perderse para volver a la
esencia en el interior de sí mismo.
En
el laberinto del diálogo con la obra el artista puede emerger,
durante el proceso creativo, renovado. Al observador llegará el
mensaje de la aventura de ingresar al laberinto con seguridad pues,
al haber confrontado los miedos profundos y aniquilar al Minotauro,
sabrá, como Ariadne, su ruta de retorno a una vida nueva y libre.
Su
carrera de más de treinta años de pintura y siete de escultura ha
trazado un recorrido de exposiciones en diversos países como Italia,
Francia, China, Japón, Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador,
Colombia, Panamá, San Salvador, Honduras, Estados Unidos, Sudáfrica.
Sus
paisajes de Bosques de niebla, manglares caribeños o bosques
meridionales norteamericanos, tienen un hilo conductor que une cada
una de sus obras: la sensación de paz.
Sus
perspectivas aéreas dependen sólo del color. Sus composiciones
trasmutan las proporciones de las construcciones vegetales haciendo
que los primeros planos presenten plantas miniaturas como si fuesen
grandes árboles y grandes personajes en los planos posteriores como
si fuesen plantas pequeñas. Los espacios aéreos empequeñecen al
espectador y crean mundos de ilusión en donde la observación pura
recrea el espíritu.
Cavelier
utiliza únicamente los mejores materiales, desde el lino preparado
hasta la hojilla de oro puro, pasando por los colores al óleo,
acuarelas o temperas fabricados por las mejores compañías de
productos artísticos del mundo.
Su
técnica de pintura sigue rigurosamente los lineamentos de los
maestros italianos del renacimiento por él aprendidas durante sus
cinco años de academia en Florencia, Italia.
Pintores
clásicos como Giorgione, Tintoretto, Turner o Bruegel el viejo
fueron su inspiración desde un principio, reforzado por Morandi,
Rothko, Hokusai o Li Ufan.
Contacto: ekamoorgallery@gmail.com
Tel : 656 64 07 35 / 656 44 58 81
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